¿Esta es la única dominicana en Etiopía, África?


Maricha Martínez Sosa
¡Saludos saludables! Yo soy Maricha Martínez Sosa y a mi me gusta viajar, me gusta conocer lugares, tradiciones, gente nueva y claro, hacer muuuuuchas fotos sobre cada uno de mis viajes. Llegó un punto en que tenía tantas historias que contar que me inventé diferentes páginas para cada tipo y así nacieron mis bebés: Quemashago.com y Cultoural.com donde poco a poco voy soltando info sobre mis aventuras y las chulerías que me encuentro en el camino.

Ahora, una cosa es viajar mucho y otra es acabar VIVIENDO EN ÁFRICA y siendo, al parecer, la única dominicana en un país, donde ni embajada tenemos. Pero vayamos paso a paso… Hablemos primero de cómo, de ser una simple y sencilla dominicana estudiante de doctorado, llegué a parar TAN lejos.

Resulta que a inicios de 2014 conocí a un tipo que me pareció extraordinario: inteligente, buenmosísimo, encantador y tan aventurero como yo (o incluso un chin más). El pana vivía en Alemania y yo en República Dominicana, él estaba metido en un largo proceso de divorcio y yo acababa de terminar un noviazgo. En fin… Cuando la lógica me decía que ahí no había nada que buscar, la química y la amistad que se formó entre nosotros me indicaba lo contrario y después de un tiempo conociéndonos y muchos viajes (de ambos lados) se consolidó una relación que, como todas aquellas que tienen la distancia de por medio, implican el tomar -en algún momento- una importante decisión: “o le damos y nos casamos, o lo acabamos”.

Tras mucho pensar y con fallidos intentos de buscar puntos intermedios (porque aunque no lo creas yo estaba negada a dejar que ‘me pusieran un anillo’), a finales de 2016 nos casamos y arrancamos el tedioso trámite legal con fines migratorios que implicaba dejar mi casa, mi familia, mi trabajo, mis amistades y la vida, como la conocía, para ir a reinventarme y crear una nueva yo, en pareja y en otro país: ALEMANIA.

Con todo y que los de la embajada ya me conocían por todas las visas que me dieron en los años anteriores, el proceso de irse a Alemania no es un cachú: ¡hasta tuve que tomar un examen de nivel del idioma alemán!, lo cual se dice fácil pero créeme: NO lo es. Tuve que buscar infinitas certificaciones, copias, cartas, documentos… Y cuando ya casi estaba finalizado el trámite legal con la Embajada Alemana, Roland (mi esposo) recibió una llamada con una propuesta que le resultó -como dirían en la película de “El Padrino”- imposible de rechazar: era un nuevo puesto de trabajo y uno mucho mejor que los que había tenido hasta ahora, incluyendo un jugoso aumento salarial. ¿El truco? (porque siempre hay un bendito pelo en el sancocho) Era en Addis Abeba, Etiopía, ÁFRICA.

No voy a detallar los detalles del estrés que vivimos en esas semanas, pero sí te diré que pasaron por mi cabeza cosas como el divorcio (lo cual no es NADA buena onda teniendo menos de 6 meses de casada) y tantas malas palabras que, de escribirlas, harían que cerraran esta página por ‘boca sucia’ y ‘mal hablada’. Para serte honesta yo estaba casi en depresión: ¡era horrible! Mis planes parecían caerse al suelo y ni hablar de todos los líos legales que había armado, además de que ya había renunciado a mis trabajos, así que estaba casi en la calle. Cuando mi panorama parecía más bien oscuro un amigo me hizo entrar en razón y me ayudó a llegar a una conclusión: si todo estaba perdido, debía hacer todo lo posible para estar segura de que no fue por MI culpa que mi recién iniciado proyecto de vida matrimonial falló. Así que puse mis miedos en ‘mute’ y acepté el intentarlo.

Claro, eso de hacer sacrificios por amor suena como de novela romántica, muy bonito cuando lo dice otro, pero lo que no te dicen en las novelas es que hay que pasar las de Caín. En mi caso lo peor fue que tuve que hacerme una batería de vacunas y análisis para preparar mi organismo para lo desconocido, porque a cuenta de coros, ¡me iría a ÁFRICA! Esa misma que sale en los documentales de la TV con muchos monos, cebras y leones… Con dolor de mi alma fueron al menos 10 las dosis de inyecciones que invadieron este cuerpecito ñoño en las semanas siguientes y no, no soy fan de las agujas, así que quien la vea me le puede mandar saludos a la ‘mai’ de Cupido, que a mi el relajito de su enano me resultó bien doloroso (y caro).

Para no cansarte el cuento te digo que me mudé a Alemania por un par de meses desde donde armamos lo necesario para el viaje, incluyendo, nuevamente, un montón de pasos legales y todo el papeleo del mundo mundial (era como vivir metida en ‘la historia sin fin’ donde los únicos que ganaban eran los abogados y notarios) y tras un par de peleas y habiendo pasado mucha lucha finalmente, en la noche del 2 de julio de 2017 me monté en un avión de Ethiopian Airlines y di el gran salto: con un miedo del carajo por todo lo que podría salir mal, pero, al mismo tiempo, con una mucha curiosidad y atracción por lo que podría ser la mayor aventura de mi vida (en caso de salir bien).

Y así fue como llegué a Etiopía.

Como buena dominicana desde que aterricé traté de investigar si había algún compatriota por allá, porque seamos serios: ¡dominicanos los hay en todas partes! Y siempre es bueno tener a alguien de tu tierra que te ayude a ubicarte mejor y encontrar cosas tan elementales como la tiendita donde venden yuca, plátano o harina de maíz (las cuales aún no he encontrado… ¡GRACIAS!).

He preguntado a ‘diestra y siniestra’ y todo el mundo me habla de dos chicas que ya se fueron y, según me dicen, soy la única que se encuentra allá en la actualidad. Yo me niego a creerlo y por ello te pido que me ayudes en mi misión personal de “encontrar a los dominicanos perdidos”. Quiero regar la voz y ver si hay algún otro dominicano/dominicana viviendo en Etiopía. Porque caramba, venir yo a caer donde no hay ni uno ‘de los míos’ ¡’ta fuñón!

Y nada, ese es el principio de mi historia. Si quieres saber klk con mi experiencia, las cosas RARAS que me estoy encontrando por allá (que son MUCHAS) y, básicamente, descubrir África a mi lado, pues díselo a Remo que el me prometió que si ustedes me hacían el coro, nos armábamos algo chulo aquí en la página.

Pero… En lo que el hacha va y viene te mando un abrazo y cuento contigo para ayudarme a encontrar a quien me va a enseñar donde es que se me están escondiendo los malvados víveres, entre muchas otras cosas. Cuídate y pásala bien, que la vida es muy corta para andar en amargura. Ciao!

Sigue a Maricha:MarichaMartinezSosa.com , @Marichams,

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