«Me ofrecieron la vacuna, pero fui arrogante», dice Faisal Bashir, un hombre de 54 años en excelente estado físico.
«Iba al gimnasio, montaba en bicicleta, caminaba y corría. Como estaba fuerte y saludable pensé que no la necesitaba. Además, si al final resultaba que no era seguro, no habría corrido ningún riesgo», afirma. (Seguir leyendo…)
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