La chichí que no debe llorar, nadar, bañarse ni transpirar


Es mejor que Ivy Angerman no llore. Algo difícil para una niña de apenas 18 meses. Es que sus propias lágrimas la lastiman. Y no por una cuestión sentimental. La lastiman literalmente por la extraña enfermedad que la aqueja: urticaria acuagénica. (Seguir leyendo…)

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