El covid de ahora: ‘Mira cómo me dio hace poco en la República Dominicana’


Maricha Martínez Sosa
Soy profesora y hace poco me encontré con uno de mis alumnos en el pasillo. Como él había faltado una de mis clases, le pregunté qué le había pasado. Su respuesta me sorprendió: «Profe, tuve Covid». Intrigada, le pregunté cómo se dio cuenta de que no era una gripe común. Me contestó: «Mientras comía, sentí que las cosas no sabían igual que siempre, lo que me recordó a cuando tuve Covid hace un par de años. Por eso decidí hacerme la prueba». ¡Increíble, el villano estaba de vuelta y tocando cerca de casa! Me pareció muy astuto por su parte, lo felicité y seguí a mi siguiente clase.

Antes de continuar, permíteme darte un resumen: a menos de una semana de esa conversación, yo también di positivo en la prueba de Covid. A diferencia de mi primer encuentro con el virus, esta vez no experimenté síntomas como la tos seca y frecuente, ni la pérdida del olfato.

Los síntomas, en detalle

  • Día 0 – martes: posible día de contagio.
    Síntomas: ninguno.
  • Día 1 – miércoles: primeras señales.
    Síntomas: dolor de cabeza, sobre todo en la frente.
  • Día 2 – jueves: señales continuas.
    Síntomas: persistencia del dolor de cabeza, algo de congestión nasal y algo baja de energía.
  • Día 3 – viernes: dudas razonables.
    Síntomas: aumento del dolor de cabeza y enfoque de la congestión, similar a la presión causada por una sinusitis. Cansancio y agotamiento extremo, dolor corporal, algo de náusea y vómito. Tenía mucho sueño pero dormía fatal.
  • Día 4 – sábado: la situación se complica.
    Síntomas: persistencia de los síntomas anteriores y aumento del malestar general. Se agregaron a la lista: escalofríos, sudoración anormal al dormir (con aire acondicionado), gases y pérdida de apetito.
  • Día 5 – domingo: resultado positivo.
    Síntomas: persistencia de los síntomas anteriores, con una leve disminución en su intensidad. Resultado positivo en una prueba de antígenos casera.

¿Por qué lo comparto contigo? Porque tuve tantos razonamientos que justificaron mis malestares que probablemente fui un vector de contagio. Y espero que, al leer mi experiencia, tú y tu gente querida no pasen por lo mismo.

Las excusas…

Permíteme describirte las excusas que me di mientras mi situación empeoraba. El martes, con esa lluvia torrencial, pensé que lo que veía en varias personas de mi entorno era solo un resfriado, procesos gripales consecuencia de que todos nos habíamos mojado en los aguaceros de las últimas semanas. ¿Por qué sospechar? ¡Era algo normal después de empaparse!

El miércoles, sentí un dolor de cabeza, se lo atribuí al ruido de una enorme excavación que están haciendo cerca de mi oficina. ¡El precio que hay que pagar por el estilo de desarrollo urbano que han elegido nuestros ingenieros y líderes!

El jueves, el dolor de cabeza persistió, ¡pero también la construcción! Me sentía un poco lenta, lo cual no es raro después de dormir con dolor de cabeza. Por la noche, tenía algo de congestión nasal, algo común en mí cuando llueve intermitentemente.

El viernes por la mañana, me sentía cansada y pensé que era por las noches anteriores y por el ciclo hormonal a punto de comenzar. ¿Qué mujer no se siente agotada durante la menstruación o en los primeros días?

Tenía que hacer una sesión de fotos y me fui, esta vez “en cámara lenta”, pero siempre confiable. En caso de que no lo sepas, ese es un trabajo que, aunque parece fácil y ligero, demanda mucho esfuerzo físico. Yo hasta bromeé que ese día no me tocaba ir al gimnasio porque como fotógrafa ya había hecho: sentadillas, variaciones de planchas, elevaciones de pantorrilla y cambios de postura que parecían sacados del Circo del Sol, entre otros.

Por la tarde, todo empeoró. Me sentí débil, tanto que decidí tomar una siesta. El problema fue que el agotamiento era tan extremo que no pude levantarme y, al hacerlo, sentí que no había digerido la comida. Tuve una náusea súbita que terminó en vómito.

Entre sueños, aumento de la congestión y secreción nasal, molestias en la garganta, escalofríos y despertarme sudando, llegó el domingo.

La hora de la verdad

Debido a la persistencia de la congestión, al hecho de que mi estado casi no mejoraba, y siguiendo la sugerencia de mi madre (también conocida como «la voz de mi conciencia»), decidí hacerme una de las pruebas rápidas de antígenos que tenía en casa desde hace más de un año y que nunca había sentido la necesidad de usar. Lo hice más que nada para saber si podía asistir de manera responsable a una serie de eventos en los que estaría interactuando con invitados internacionales. Para mí, esto no era más que una gripe fuerte, similar a las que te mantienen en cama solo por un par de días. Hice la prueba casi como una broma, esperando un resultado negativo. ¡Pero oh sorpresa! Fui más positiva que alguien que va al banco esperando un milagro.

Sé que el tema del Covid ya resulta aburrido y que hace años que estamos saturados con él, pero ¿sabes qué? Que algo sea aburrido no significa que no exista o que deje de ser una amenaza. Así que cuídate, especialmente si tienes alguna condición que te haga vulnerable, como hipertensión, enfermedades respiratorias, diabetes, edad avanzada o inmunodepresión.

Cuéntame, ¿notas el aumento de casos en tu entorno? ¿A ti ya te dio de nuevo? Y, en caso afirmativo: ¿cómo se ha manifestado en tu cuerpo? Recuerda que ante la duda: ¡MEJOR PREVENIR QUE LAMENTAR!

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Redacción: Maricha Martínez Sosa.
Corrección: Umami Creadores.

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